El propósito de este proyecto consiste en compilar una obra colaborativa de referencia, a modo de glosario, que sirva para clarificar y analizar los términos clave en los textos zambranianos, para así hacer su pensamiento más accesible e invitar al lector a desentrañar la potencialidad de su racionalidad.
Es importante distinguir entre el pensamiento y la actuación política de María Zambrano. Aunque ambos están estrechamente ligados y Zambrano siempre buscó la coherencia ideológica en sus decisiones vitales, es útil para el análisis partir de esta distinción. El ámbito de la actuación política de la pensadora se concentra en sus años de juventud y está marcado por su campaña a favor del advenimiento de la Segunda República y por su defensa de esta tras la erupción de la guerra civil española. Con el exilio, cesa su involucración política en este sentido. Por otro lado, su pensamiento político está marcado por dos hitos principales: la publicación de su primer libro, Horizonte del liberalismo en 1930, en el que propone un utópico liberalismo espiritual y, más de dos décadas después, la publicación de Persona y democracia en 1958, su libro más explícitamente político y también el último que dedica explícitamente a este tema. En él propugna una social democracia radical, a la que describe en los siguientes términos: “Si hubiera que definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, el ser persona.” (III: 2011, 474) A partir de este punto, no se produce un cambio significativo en sus aspiraciones políticas y, de acuerdo con el desarrollo de su razón poética, su escritura se torna más poética e incluso mística.
Origen y evolución del término
Etimológicamente, el término “política” proviene del griego y nos remite a la polis, es decir, a la ciudad-estado de la Grecia clásica. De manera que su significado está íntimamente ligado al estado, los ciudadanos, la vida pública y a sus interrelaciones. De ahí que, a grandes rasgos, la política se conciba comúnmente como una cuestión de agentes o de estructuras de gobierno. Más concretamente, la política suele entenderse en términos de relaciones de poder, autoridad, control, toma de decisiones, resolución de conflictos, asignación de recursos y la gobernanza. Incluso los debates sobre cuál es la definición más apropiada de la palabra “política” pueden considerarse políticos en sí mismos. ¿Cuál es entonces el alcace de la política? György Lukács, tomando prestada la expresión de Gottfried Keller, llega hasta el punto de afirmar que todo es política.1 En síntesis, no hay acuerdo entre los teóricos políticos sobre la naturaleza y los límites de su objeto de estudio. Por eso, de lo que se trata aquí es de dilucidar qué significa el concepto de política no en general, sino dentro del pensamiento de María Zambrano.
La política, en sentido amplio, constituye una de las preocupaciones zambranianas presentes desde la primera etapa de su pensamiento. Así, su primer escrito expresamente político, Horizonte del liberalismo, publicado en 1930, constituye también su primer libro con el que además comienza a establecerse como pensadora independiente al ir saliendo de la estela de Ortega. Aquí aborda la antigua pregunta de qué es la política concluyendo que “Se hace política siempre que se piensa en dirigir la vida.” (I: 2015, 58) Con ello, queda patente un sentido de política tan central como vago en el que se reiterará a lo largo de su pensamiento.
A continuación, rechaza la idea de que la política sea la voluntad de poder. En cambio, concluye: “Política es reforma, creación, revolución siempre, por tanto: Lucha −conjunción− entre el individuo y la vida.” (ibidem) En tanto que Zambrano concibe la política como la intención de intervenir e influenciar la vida concluye −haciéndose eco de Aristóteles− que posiblemente “la política sea la actividad más estrictamente humana” (ibid). Pese a ello, a diferencia de Lukács, Zambrano no considera que toda acción humana sea política. De hecho, en una referencia indirecta al libre albedrío, específicamente afirma que puesto que la política es una actividad humana, su ejercicio es posible, no necesario (I: 2015, 60); dicho de otra manera, para ella, cada individuo es libre de actuar políticamente o no.
De todo ello se desprende que la forma en la que la pensadora concibe la política en este libro es amplia –incluso vaga− y está estrechamente vinculada a su significado etimológico. Zambrano enmarca la política, politikos, dentro del ámbito de la vida pública, a la vez que la considera inseparable del ejercicio de la ciudadanía, por lo que convierte al ciudadano en el agente del cambio político.
En líneas generales, lo que la autora propone en esta publicación es lo que Ana Bundgård muy acertadamente describe como un “liberalismo espiritual”, con el que insta al lector a tomar conciencia de las limitaciones del racionalismo y rechazarlo a favor de una racionalidad más humanista que no excluya la intuición, la pasión, el instinto, la espiritualidad ni la fe. En esencia, identifica una contradicción inherente a la propia formulación del liberalismo en tanto que la racionalidad y las condiciones económicas sobre las que se erigen desembocan en la subyugación del mismo individuo al que pretende liberar. No obstante, Zambrano se resiste a renunciar por completo al liberalismo y, en cambio, propone un liberalismo cultural y espiritual que permita el desarrollo integral de la persona y que eluda los peligros de un materialismo abrumador. Su conclusión no es otra que se necesita un nuevo liberalismo; un nuevo liberalismo que exija una estructura económica capaz de estar a la altura de los postulados espirituales que propugna.
La tarea es colosal. Según Zambrano, “hay que salvarlo todo. Cultura y democracia. Individuo y sociedad. Razón y sentimiento. Economía y libertad.” (I: 2015, 100) No está dispuesta a renunciar a nada, lo que sin duda contrasta con la falta de propuestas concretas a la que se enfrenta el lector de este libro y que se convertirá en una tónica común a lo largo de sus escritos. Consciente de esta laguna y de la inmensidad del reto que plantea, la escritora simplemente hace la siguiente recomendación: “habrá que atender, más que a los resultados, a los propósitos, a las intenciones.” (Ibidem) Lejos de cualquier intento de manifiesto programático, su Horizonte del liberalismo, y con él su concepción de la política, constituye más una aspiración o, como bien indica su título, un horizonte que se sabe inalcanzable, pero que a la vez sirve de orientación y guía para emprender el camino a recorrer. El ejemplo más sucinto, quizá, lo constituya el mensaje con el que la autora cierra el libro: “cuando la razón estéril se retira, reseca de luchar sin resultado, y la sensibilidad quebrada solo recoge el fragmento, el detalle, nos queda solo una vía de esperanza: el sentimiento, el amor, que, repitiendo el milagro, vuelva a crear el mundo.” (I: 2015, 104) De esta cita se desprende ya su dura crítica de la razón discursiva, de la razón de la Ilustración de la que ha emanado el liberalismo clásico, a la vez que se entrevé también su anhelo de otro tipo de razón −íntimamente ligada a su concepción de la política− a cuya búsqueda y desarrollo le dedicará el resto de su obra.
Por otra parte, es imprescindible tener en cuenta que su interpretación del concepto de política evoluciona con el paso del tiempo y el transcurso de los acontecimientos que van marcando la vida de la propia autora, por lo que su análisis debe ser entendido en el contexto de su involucración personal en este terreno.
No cabe duda de que el periodo de más intensa involucración en actividades de índole política se concentró, para Zambrano, en sus años de juventud. Concretamente, a partir de 1927 y hasta el final de la guerra civil y su consiguiente exilio.
A partir de 1927, en el contexto de la dictadura de Primo de Rivera, la conciencia social y política de nuestra pensadora se van despertando visiblemente. Éste es el año en el que se une a la Federación Universitaria Escolar [FUE]. Desde este momento en adelante, hace por involucrar a los intelectuales en la causa de la República. En 1928, influenciada por la Liga de Educación Política de 1914 liderada por Ortega, funda −junto a otros jóvenes− la Liga de Educación Social con la aspiración, una vez más, de influenciar el transcurso de la vida y circunstancias de sus coetáneos.
Mientras tanto, se esfuerza por aunar el ámbito intelectual con el político, como queda patente con la publicación de Horizonte del liberalismo, que sale a la luz tan solo meses después de la dimisión del dictador en 1930. Zambrano continúa haciendo campaña a favor del advenimiento de la República, de manera que cuando se convocan elecciones municipales en 1931, Zambrano participa en números mítines de la coalición republicano-socialista. En Delirio y destino (1952/1989) rememora como ella y su hermana Araceli estuvieron presentes entre la multitud que fue a la Puerta del Sol a celebrar la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931.
Con la instauración de la República, Jiménez de Asúa le propone presentarse como candidata a las Cortes por el PSOE, oferta que rehúsa en favor de su labor como pensadora, con el convencimiento de que, según nos dice en su introducción de 1986 a Hacia un saber sobre el alma, “no servía para la política” (II: 2016, 429). Por otra parte, se siente más cercana al partido de Manuel Azaña, Acción Republicana. Sin embargo, tampoco tardará en distanciarse de este último tras la pasividad que las autoridades republicanas mostraron frente a la ola de violencia anticlerical popularmente conocida como la “quema de conventos” (10-13 de mayo de 1931).
En 1932, Zambrano lidera la creación de un suprapartido nacional de clara inspiración orteguiana bajo el nombre de FE, Frente español. Sin embargo, su disolución a manos de la propia pensadora fue casi inmediata al darse cuenta de las implicaciones protofascistas de tal empresa. Este paso, aunque breve y fallido, es crucial para entender su concepción posterior de la política, pues desemboca −ya de manera irreversible− en la desilusión con las posibilidades de la política de partidos. Sin embargo, esto no significa que renuncie por completo a la política o que su trabajo deje de ser político, sino más bien que reinterpreta lo que el concepto significa para ella y redibuja el ámbito de su propia actuación política.
Influida por los ideales del krausinstitucionalismo, Zambrano pasa a interpretar la política como paideia, subrayando el estrecho vínculo entre la política y la educación, a la que considera el primer paso para posibilitar la libertad y la participación ciudadana imprescindibles para cualquier democracia genuina. En lo que podríamos calificar como un giro socrático, Zambrano no se ocupa directamente de la pregunta de “¿qué debe hacerse?”, sino que opta por cuestionarse y cuestionarnos “¿cómo debemos vivir?”. Como muchos de sus contemporáneos, adopta un sentido militante de la educación y en 1933 participa en las Misiones Pedagógicas, que tienen como objetivo llevar actividades culturales −bibliotecas ambulantes, charlas, películas, representaciones teatrales…− a lugares rurales y remotos.
Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Zambrano no titubeó en mostrar su adhesión a la República. Fue una de las firmantes del manifiesto fundacional de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (18 de julio), el cual contribuyó a redactar. En septiembre de 1936, Zambrano contrae matrimonio con el historiador −y antiguo compañero de las Misiones Pedagógicas− Alfonso Rodríguez Aldave y ambos se marchan a Chile con motivo del puesto de su marido como Secretario de la Embajada Española en Santiago de Chile, desde donde escribe Los intelectuales en el drama de España y prepara la Antología de Lorca al tener noticias de su asesinato, ambos publicados al año siguiente por la editorial santiaguina Panorama. Pese a la distancia geográfica, no cabe duda de que Zambrano sigue volcada por la causa republicana y en junio de 1937 ella y su marido deciden volver a la península en plena guerra de España.
A su regreso, asume los cargos de Consejero de Propaganda y de Consejero Nacional de la Infancia Evacuada, al tiempo que se incorpora al equipo de redacción de Hora de España, colabora con otras revistas y acompaña a la República en su repliegue primero en Valencia y luego a Barcelona, hasta que el 28 de enero de 1939, cuando toda esperanza de una victoria republicana estaba perdida, Zambrano cruzó los Pirineos en compañía de su madre, su hermana, dos primos menores y un sinfín de otros refugiados que emprendieron el viaje a Francia.
El país vecino se convierte así en la primera parada del largo periplo del exilio que se extenderá por México, Cuba, Puerto Rico, Francia, Italia y Suiza, entre otros, hasta que decide retornar a España en la significativa fecha del 18 de noviembre de 1984, sin por ello llegar nunca a renunciar a su exilio.
Tras el finalizar la Guerra Civil, la actividad política de Zambrano se limita en su mayoría al ámbito de sus escritos. A la experiencia de la guerra civil y las incongruencias e injusticias del totalitarismo, se le uniría el sufrimiento ocasionado por la Segunda Guerra Mundial: la destrucción, el desplazamiento, la muerte y el exilio en una escala sin precedentes dejaron una huello indeleble en la historia del siglo XX y, ante tanta sinrazón, Zambrano estaba más convencida que nunca de que una racionalidad alternativa era imprescindible para hacer una política basada en la libertad y la participación encaminada al desarrollo y bienestar del ser humano. Por eso, Zambrano no pone sus esperanzas políticas en un cambio institucional ni de gobierno. En contraste, considera que el cambio político debe venir de abajo hacia arriba, es decir, del proceso de compromiso de cada individuo con su realidad.
Escrito durante su estancia en Roma, en 1958 publica en Puerto Rico su último libro de contenido expresamente político, Persona y democracia. Aquí, Zambrano continúa perfilando su concepción de la política siguiendo la línea que ya marcó con Horizonte del liberalismo, es decir, evitando cualquier intento programático o propuesta concreta. En Persona y democracia nos propone una democracia humanista basada en el abandono de la estructura sacrificial de la historia.
Para la ensayista, pasar, de ser un individuo, a convertirse en una persona constituye una cuestión moral y, en última instancia, un esfuerzo político. Ser persona, al igual que el Dasein de Heidegger, implica estar en el mundo con otros. Dicho de otra manera, ser persona requiere una responsabilidad e involucración socio-política que solo pueden partir del compromiso genuino del yo con la realidad.
La razón poética como marco de racionalidad −todavía por esta fecha en vías de desarrollo− debe entenderse dentro del intento de liberación de la ideología que propugna la supremacía del racionalismo, la tiranía de la razón, sin por ello renunciar a esta por completo. Su búsqueda de la razón poética es también la búsqueda de una racionalidad alternativa sobre la que sentar las bases de un sistema político que permita y promueva la autenticidad y la realización de la persona. Tal y como explica en Persona y democracia, “Si se hubiera de definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, el ser persona.” (III: 2011, 474)
Así, podemos concluir que su proyecto político descansa en tres pilares de acción: un compromiso pedagógico, ya que considera la educación como requisito previo para la política; la apuesta por la socialdemocracia radical planteada en Persona y democracia; y, por último, el desarrollo de una racionalidad alternativa que integre la razón y la emoción, la filosofía y la poesía, sin renunciar a la razón. En este sentido, la totalidad de la obra de Zambrano constituye la expresión de su proyecto y compromiso políticos.
El concepto de política dentro de la razón poética
En resumen, desde finales de los años 20 y principios de los 30 Zambrano hace intentos de “dirigir la vida” mediante su intervención en grupos organizados −como la FUE− y, seguidamente, en la política de partidos −Acción Republicana y Frente Español−, a través de la que aspira a influir en la dirección, no solo política, sino también socio-económica e incluso espiritual del país, como hemos visto en Horizonte del liberalismo. Si bien es cierto que durante este tiempo da muestras de interpretar la política como acción grupal y la política de partidos, pronto se desilusiona con su alcance y considera que la política de partidos es insuficiente e inadecuada para llegar a cabo sus objetivos políticos expuestos desde Horizonte del liberalismo (1930).
En definitiva, pese a que el comienzo de su exilio parezca marcar también el fin de su etapa política, y si bien es cierto que después de Persona y democracia (1958) ya no escribirá más libros explícitamente políticos en sentido estricto, también hay que subrayar que la propia búsqueda y posterior desarrollo de la razón poética están teñidos de su particular concepción de la política, es decir, de su intento de “dirigir la vida” al proponernos un nuevo marco de racionalidad desde el que pensar y actuar. Además, hay que tener presente que, como es bien sabido, la suya es una filosofía del exilio, el cual es por definición inherentemente político.
Notas:
1 Véase Lukács, György. 1964. Studies in European Realism. New York: Grosset and Dunlap.
2 Para más información sobre los distintos modos de interpretar el concepto de política, véase el análisis que nos ofrecen Leftwich, Adrian y Alex Callinicos. 1984. What is Politics? The Activity and its Study. Oxford: Blackwell.
“Se hace política siempre que se piensa en dirigir la vida.” (En Horizonte del liberalismo I: 2015, 58).
“Política es reforma, creación, revolución siempre, por tanto: Lucha –conjunción− entre el individuo y la vida.” (En Horizonte del liberalismo I: 2015, 58).
“Toda política supone idealmente una conciencia histórica; es su alumbramiento. Se dirige al futuro, lo crea” (En Horizonte del liberalismo I: 2015, 59).
“Toda política parte necesariamente −aunque no lo sepa− de una supuesta concepción del hombre; de una idea que éste tiene de sí, de su situación ante el mundo” (En Horizonte del liberalismo I: 2015, 60).
“Él [el pueblo] es la realidad radical en asuntos de política” (en Persona y democracia III: 2011, 479).
Los libros en los que más explícitamente se explora la política son dos:
Zambrano, María. 1930. Horizonte del liberalismo. Madrid: Morata. Disponible en María Zambrano. 2015. Obras completas, ed. Jesús Moreno Sanz, vol. I, 1-104. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
___. 1958. Persona y democracia: La historia sacrificial. San Juan de Puerto Rico: Departamento de Instrucción Pública. Disponible en María Zambrano. 2011. Obras completas, ed. Jesús Moreno Sanz, vol. III, 363-501. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
Por otra parte, son varias las publicaciones de índole política en sentido amplio, entre las que cabe destacar:
Zambrano, María. 1937. Los intelectuales en el drama de España. Santiago de Chile: Panorama. Compilación de textos escritos durante y sobre la guerra civil. Disponible en María Zambrano. 2015. Obras completas, ed. Jesús Moreno Sanz, vol. I, 105-514. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
___. 1967. La tumba de Antígona. México: Siglo XXI. Mediante su rescritura del clásico de Sófocles, Zambrano explora tanto el tema del exilio como el de la gobernanza, el autoritarismo y la justicia. Disponible en María Zambrano. 2011. Obras completas, ed. Jesús Moreno Sanz, vol. III, 1101-70. Barcelona: Galaxia Gutenberg, respectivamente.
___. 1989 [escrito en 1952]. Delirio y destino. Madrid: Mondadori. Frecuentemente descrito como una autobiografía novela, aquí la autora nos permite vislumbrar sus experiencias durante dictadura de Primo de Rivera, el advenimiento de la Segunda República, la guerra civil y el subsiguiente exilio. Disponible en María Zambrano. 2014. Obras completas, ed. Jesús Moreno Sanz, vol. VI, 801-1111. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
Bundgård, Ana. 2005. “El liberalismo espiritual de María Zambrano: Horizonte del liberalismo.” Journal of Spanish Cultural Studies 6: 21-41.
___. 2009. Un compromiso apasionado: María Zambrano: una intelectual al servicio del pueblo (1928-1939). Madrid: Trotta.
Caballero Rodríguez, Beatriz. 2017. Maria Zambrano: a life of poetic reason and political commitment. Cardiff: University of Wales Press.
___. 2018. “Zambrano’s poetic reason in the light of Frankfurtian Critical Theory.” History of European Ideas 44(7): 887-98.
Moreiras, Alberto. 2009. “The Last God: María Zambrano’s Life Without Texture”. En A Leftist Ontology: Beyond Relativism and Identity Politics, ed. Carsten Strathausen, 170-84. Minneapolis: University of Minnesota Press.
Moreno Sanz, Jesús. 2014. “Cronología de María Zambrano”. En María Zambrano. Obras completas, ed. Jesús Moreno Sanz, vol. VI, 47-126. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
Caballero Rodríguez, Beatriz. “Política”. En Glosario María Zambrano, (2019). Enlace electrónico. (Consultado día, mes, año)
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